Los habituales de la ciudad del Tormes conocen La Regenta desde hace años y años y años. Debo confesar que hacía mucho tiempo que no pasaba por allí y ha sido muy grata la sorpresa al encontrarlo renovado (aunque manteniendo vestigios del viejo estilo) y, ante todo, convertido en un gin club de categoría; no sé cuándo ni cómo se produjo la transformación, pero el resultado ha valido la pena.

El nombre no era lo único que La Regenta tomaba prestado de la famosa novela decimonónica de Leopoldo Alas Clarín; la decoración y el vestuario del personal ayudaban a generar una atmósfera propia de 150 años atrás, voluntariamente recargada y decadente, pero muy acogedora. Hoy me he encontrado un ambiente bastante más “limpio” y contemporáneo, aunque sigue manteniendo su personalidad a base de espejos de marco dorado y lámparas de araña.

Si lo que nos trae aquí es la ginebra no quedaremos en absoluto decepcionados. Cuenta con una amplia oferta, con más de sesenta referencias entre sus filas; no faltan los clásicos contemporáneos (las Bulldog, Hendrick’s, Seagram’s, Martin Miller y todas las versiones Premium de las marcas más comerciales) y otras rarezas más selectas como Nolet’s. También la selección de tónicas es excelente y variada.

Un local tranquilo con gin tonics de primera

Lo mejor del local es el buen personal que, aparte de muy simpático y correcto, conoce el mundo del gin tonic y sabe prepararlo. Es muy de apreciar que, aparte de todas las combinaciones prediseñadas, te aconsejen en cuanto a la tónica y los aromatizantes a escoger y te den un amplio margen para elegir a tu gusto la combinación que prefieras.

Tiene detalles de verdadero gin club, como una exhaustiva carta detallando las características de cada ginebra, y un buen surtido de presentaciones; o sea, que no sólo hay copas de balón y los inevitables aromatizantes que encontramos hasta en la sopa, que si bayas de enebro, que si cardamomo, que ya está bien, digo yo.

Resumiendo, ambiente tranquilo y agradable, buena oferta ginebrera y servicio de calidad. ¿Qué más se puede pedir? Pues cafés y algo para picar, si quieres, y una terraza estupenda en una placita para el verano. Pues eso, si te pasas una tarde o una noche cerca de la Plaza Mayor, en la calle Espoz y Mina puedes parar a echarte una copa en un rincón muy charro, algo pureta pero de calidad incontestable.