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Crisis vs Gin tonic: el combate del siglo

Llegaron allá por el 2007 u 2008 cogidas de la mano como dos niñas que pasean por el patio del colegio con sonrisa inocente, una se llamaba Crisis y la otra Moda gin-tónic. Sin duda, ambas vinieron para quedarse y, a su manera, se han complementado y han sabido sobrellevarse de la mejor manera posible.

Si algo ha cumplido estos últimos años el dicho de “adaptarse o morir” ha sido ese monstruo del que ya se prohíbe incluso hablar en algunos bares y restaurantes. Lo que comenzó como una recesión económica pronto levantó las viejas rencillas españolas y los trapos sucios de un país cosido en lo geográfico y moral a costurones y parches a través de los siglos. Ya se sabe que todos somos amigos hasta que llega la cuenta y, cuando el agujero del bolsillo es ya más grande que el propio dedo que lo rasca, salen a pasear los fantasmas y lo peor de cada uno.

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De todos modos, no todo ha sido malo en estos últimos años a  pesar de los recortes de la Administración en servicios básicos, el desempleo disparado, la precariedad, la ausencia de crédito y la asfixia al poder adquisitivo de los hogares… al menos la crisis cambió a fuerza de golpes algunos malos hábitos que el “españolito nuevo rico” había adquirido: Los empleados de la construcción que dejaban la Educación Secundaria (a veces incluso sin terminar) volvieron a las aulas; el español de a pie ha aprendido inglés (y hasta un segundo idioma), aunque sea al menos para saber orientar al turista y para chapurrearlo cualquiera que sea el destino en vacaciones; los bares y restaurantes han descubierto al fin que al español post-crisis le provoca urticaria la mesa y el mantel y lo han sustituido por servicio de barra y tapa o pincho… y el refinado gusto por supercherías gastronómicas como los “aires de verduras” o la “salsa de plancton marino” que nos permitíamos en años de vacas gordas se ha sustituido por esa cocina mediterránea de toda la vida.

Con el gin-tonic, nos ha pasado igual. Y no es poco decir. Quizá por el clima o por nuestra propia cultura, la vida diaria, en nuestro país se hace en la calle (más aún incluso a medida que se baja en el mapa). Si bien hace años que se rompió esa preciosa costumbre de dejar el portalón abierto, hoy las fronteras entre el hogar y la calle siguen siendo difusas y, en casa, por más que llueva o truene, nos quedamos lo mínimo. En España, si hay alguien que sepa y entienda de cómo está el país, esos son los camareros (lo que deben haber oído los de las Cortes Generales y lupanares próximos…), y bien saben ellos que con la crisis y las modas se modifican las formas, los tiempos, pequeños aspectos baladí… pero nunca el hábito. Y al hábito de bajar al bar casi no hemos renunciado.

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Quizá ya no vayamos con toda la familia, quizá las tapas o bocadillos de calamares se hayan sustituido por platitos de aceitunas, altramuces… quizá las cuatro cervezas y el gin-tonic digestivo se hayan quedado en la cerveza y el gin-tonic… pero el hábito, la costumbre de salir a tomar la copa o de tomarse una rubia con dos dedos de espuma no ha desaparecido. Sin embargo, y de eso sabemos quizá bastante más que de números y de recesión, el gin-tónic llegó para quedarse y encumbrar a nuestro país como uno de los mayores y mejores consumidores del mundo del trago largo neutro.

Resulta llamativo cómo un país que, además del dinero, ha ido perdiendo en algunos aspectos y sectores, la moral y las formas, se ha sofisticado tanto en algo que hasta hace unos años no era más que un hábito (beber gin-tonics) y que hoy se ha convertido en un noble arte (servir y beber gin-tonics). Se ha creado, y bien lo sabemos en “gintonicpack“, todo un mundo alrededor de la ginebra con tónica que va desde los utensilios, los aperitivos con que acompañarlo, los botánicos… hasta las infusiones y los packs. Pero ¿Acaso ya no se consumen gin-tonics en las coctelerías, bares y terrazas como antes?

gintonicpackSi bien la bebida es y ha sido siempre un elemento socializador en torno al cual nos reunimos para encontrarnos, conversar, reír, divertirnos y compartir; la crisis (y gintonicpack) nos han traído esa otra forma de saborear un señor gin-tonic: en casa. Lejos de “apocalípticos” que creen que el libro electrónico ha llegado para borrar del mapa al libro de papel, o de aquellos que creyeron que el cine acabaría con la fotografía, o la ilustración con el texto… decir que el progresivamente implantado hábito de adquirir packs de gin-tonic y degustarlo en casa tras una preparación a conciencia por parte de uno mismo desbancará al hecho de saludar a nuestro barman y pedirle nuestro “menú” o salir a conocer nuevas recetas y coctelerías es quizá demasiado atrevido. No obstante, y sin embargo, gracias a internet y a la democratización de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación), salir a que te sablen “cuarto y mitad” para saborear lo que en casa puedes degustar por menos precio y sin tener que salir siquiera, es algo que va ganando adeptos y que, a su vez, nos ha ido convirtiendo, como en el caso de la cocina, en pequeños “chefs gourmet” de nuestros cócteles y gin-tonics. Productos Do It Yourself (DIY) para fabricar tu propia ginebra o pack como los de aquí, demuestran que, si bien ese monstruo llamado Crisis ha traído el invierno más largo y  frío al país del sol… ya sea por ahorrarse unos euros en el bolsillo o por dar salida al barman creativo que habita dentro de nosotros, el “autoconsumo” en los hogares del preciado gin-tonic llegó para quedarse.

Y tú ¿Eres de los que prefiere comprar un pack de gintonic y tomártelo en casa o prefieres tomarlo saliendo a la calle?

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