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Vor, la primavera islandesa hecha ginebra

Si eres un verdadero amante de la ginebra y sólo conoces Islandia por sus géiseres, por sus elfos y por Bjork, tenemos un problema. Te presentamos entonces con urgencia Vor (“primavera” en islandés), el regalo que los hermanos Thorkelsson (fundadores de la destilería Eimverk en 2009) han hecho al mundo.

No conozco a nadie que haya probado esta ginebra y haya comentado algo negativo de ella, y eso es ya de por sí muy impresionante. Parece ser que la doble medalla de oro que recibieron en San Francisco en 2014 no fue casualidad. Vor nace de una clara filosofía localista unida a un método rigurosísimo. La fórmula del éxito de siempre, sí, pero qué difícil es de poner en práctica…

Vor es una ginebra premium contemporánea, de esas que los escandinavos hacen tan bien. Se parte para realizar el alcohol base exclusivamente de cebada ecológica islandesa, lo que ya apunta maneras respecto tanto al resultado final como a la manera de la casa de hacer las cosas. Se destila en un alambique de cobre hecho a medida, por lotes, desechando cabezas y colas, claro, para conseguir un destilado de primera.

Una ginebra del terruño llena de sutilezas

Los botánicos son especialísimos, seleccionados y tratados con un mimo obsesivo. Todos se recogen a mano y, o bien son orgánicos (el ruibarbo, la col rizada), o bien son salvajes (camarina negra, raíz de angélica, hojas de abedul, hierbaluna, musgo de islandia y kombu de azúcar). Si no sabéis lo que son no os preocupéis, casi nadie lo sabe, muchas son especies endémicas, y buena parte nunca se usó antes para hacer ginebra.

Es difícil decir qué hace cada botánico y por qué están ahí, hasta que se prueba. El aroma es cálido en nariz, recordando al pan o al cuero. Luego llega en pungente enebro y la lavanda, y luego se desatan los tonos herbales (menta, salvia, tomillo…). Al gusto es oleosa, picante y de nuevo se saborea un dulzón toque de masa de pan. Aroma cereal de principio a fin.

Robusta y rústica son algunos de los adjetivos usados para describirla. Con mucho tino, creo. Igualmente, la botella es sencilla pero hermosa, y la potente ginebra de 47 grados, aunque cristalina, puede presentar algunas partículas en suspensión y enturbiarse al mezclarse. Muy buena sola, pero oh maravilla, mejor todavía en un sencillo gin tonic con 1724 y twist de lima. Una de esas ginebras que te reconcilia con el mundo.

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