quinetum

Recordando a Quinetum

El otro día estaba buscando cosas y datos sobre el ajenjo y la flor de azahar cuando me topé con Quinetum. Me entró un nosequé nostálgico. No tuve la suerte de probar aquella memorable tónica, edición especialísima de Hendrik’s que nunca llegó a venderse; de las 4000 y pocas botellas que salieron, sólo 600 llegaron a once selectos locales españoles. Pero vale la pena recordar aquel cordial…

Quinetum fue la sucesora de Battersea, una tónica esencial y ejemplar a base de extracto de corteza del árbol de la quina (el máximo legalmente permitido), ácido cítrico y glicerina (también sacarosa para poder llamarse legalmente cordial). Sobre esta limpia base, y teniendo en cuenta el retorno del gremio de cocteleros, la maestra destiladora Lesley Gracie hizo algunos añadidos brillantes.

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En ese momento apareció la combinación lavanda-azahar que luego copiaría Schweppes con gran predicamento. Además, incorporó ajenjo y cardo santo infusionados, otra de las gloriosas ocurrencias marca de la casa, para conseguir una “tónica” (un cordial, técnicamente hablando) con 4 grados alcohólicos, en una distintiva botella de un diseño tan atractivo como el de la propia ginebra Hendrik’s.

Un ejemplo del resultado de la imaginación y el esfuerzo

Quinetum supone un caso ejemplar de lo que se puede conseguir a base de trabajo y creatividad. Ya advertía Gracie de que Quinetum era más un acompañamiento para realzar los cócteles más inesperados basados en Hendrik’s que una simple tónica para un gin tonic. En efecto, los comentarios de quienes tuvieron la suerte de experimentar con él iban en esa misma dirección; incluso dejando a un lado la ginebra, Quinetum ofrecía posibilidades insospechadas.

Los aromas florales, la untuosidad de la glicerina, la nota alcohólica entre dulzona y amarga, la parquedad y calidad de los ingredientes hicieron de Quinetum un verdadero hito en el mundo de las tónicas y más allá. Si resultaba dulzona con algunas ginebras, un sencillo twist cítrico complementaba y enriquecía, mejoraba en definitiva, casi cualquier cosa que se le pusiera por delante.

Encontrar hoy una de aquellas hermosas y misteriosas botellas en alguna alacena olvidada y polvorienta en algún almacén dejado de la mano de dios sería lo más parecido que se me ocurre a encontrar un tesoro pirata. Imaginad todas las posibilidades que se abrirían ante nosotros; y totalmente únicas, esta vez de verdad. Espero que los chicos de Hendrik’s estén trabajando en un nuevo milagro; si no conseguimos probarlo, por lo menos aprenderemos algo…

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