iceberg

La ginebra que vino del frío

Nos referimos naturalmente (la broma era obvia) a Iceberg, una ginebra de origen canadiense cuyo punto fuerte desde el punto de vista del marketing es el origen del agua empleada en su fabricación: agua destilada procedente de icebergs (de glaciares, espero que por una mala traducción). El agua es agua, dirán muchos, sin darle más importancia. Y tal vez no la tenga. Pero, efectivamente, el agua es el agua.

Aparte de ese ingrediente fundamental, nos hallamos ante una ginebra por lo demás canónica: London Dry gin de 40 grados alcohólicos, sometida a triple destilación. De las que llamamos Premium, vaya. Una ginebra poco conocida todavía en nuestras barras, pero que ha obtenido muy buenas críticas en los certámenes en los que ha sido presentada y gusta allá donde la conocen mejor.

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Otro detalle a conocer, o más bien a desconocer (hoy estoy sembrao con los chistes malos), son los botánicos utilizados en su preparación; el fabricante no suelta prenda al respecto. Bueno, lleva enebro, eso está claro. Y también podemos atrevernos a mencionar otros ingredientes, a juzgar por sus tonos cítricos y herbales y sus aromas ligeros y algo picantes.

Traquilos, que no sólo lleva agua de glaciar…

Así, tiene una clara presencia de limón y cáscara de naranja, aunque esta última muy leve. Y lo que más sorprende y atrae es el sabor astringente que asociamos a la aguja de pino y recuerda a los bosques de coníferas de alta montaña. Es beber un trago, cerrar los ojos y pensar en los verdes pastos por los que correteaban Heidi, su abuelo y demás familia. Y la botella es bastante heterogénea también; cuadrada, transparente, pero sin una línea recta.

En su simpleza está su grandeza, como suele decirse. Por eso, no conviene utilizar Iceberg par cócteles muy elaborados y aromatizados. Si no gusta sola, una tónica sencilla y neutra o muy ácida pueden ayudarla. En este caso, subrayo, en este caso, conviene que el combinado no pierda el gas de la tónica, para acentuar el aroma picante final que deja.

Iceberg es probablemente una buena elección para aquellos a los que les gustan las ginebras limpias, sin grandes estridencias; las ginebra que saben a ginebra, en una palabra. Al mismo tiempo, no estaría demás darla a probar a quienes no les gustan las ginebras, ya que resulta suave al paladar y nada recuerda en ella a ese sabor “a colonia” que echa para atrás a los no iniciados. Todo un descubrimiento.

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