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Experimentos con gaseosa

Hoy me he levantado con cuerpo de abogado del diablo. No sé por qué, me pasa de vez en cuando; empiezo el día cruzao y tengo que defender algo que normalmente vaya contra mis propios principios, éticos o estéticos (o ambos). Si es una causa perdida o tremendamente impopular, mejor todavía. Hoy le ha tocado el turno a lo que venimos conociendo como “hacer experimentos con gaseosa”.

Si buscas en… bueno, si buscas en algún sitio, verás que la expresión “hacer experimentos con gaseosa” es un tópico o una frase hecha para referirse a cualquier modificación introducida en un proceso que provoca un desperdicio sin mejorar el resultado. Parece que la acuñó el escritor Eugenio D’Ors al amonestar a un camarero que derramó una botella de champán sobre su chaqueta cuando ensayaba una nueva forma de descorche.

Ya lo decía el intelectual: pedazo de invento la gaseosa, macho.

Por extensión, se entiende como una acción irreflexiva, un uso o combinación inadecuados de dos elementos distintos. Y digo yo, (aquí viene el apasionado alegato con tintes demagógicos), ¿acaso no puede salir nada bueno de los experimentos con gaseosa? ¿Por los experimentos o por la gaseosa? ¿Acaso un producto de calidad y otro menos prestigioso no pueden mejorar cuando se juntan? ¿O es acaso el hecho de modificar los cánones, de mezclar cosas inesperadas lo que molesta?

¿La ginebra con gaseosa se llamaría Gin Gas en Euskadi?

Como buena sociedad racional y empirista que somos, en principio nadie tiene nada contra los experimentos. Y estoy tan unido sentimentalmente a la gaseosa que no concibo que a nadie pueda caerle mal semejante néctar de dioses. Es el miedo a malograr algo bueno lo que impide a los conservadores arriesgarse a descubrir algo mejor.

Si al bueno de John Collins (ya sabéis, el barman del Limmer’s de Londres a principios del siglo XIX) no se le hubiera ocurrido jugar con la gaseosa y una ginebra Old Tom (y un par de ingredientes más), nunca hubiéramos conocido el Tom Collins. La aplicación del principio al mundo de la mixología y los gin tonics es clara como una mañana de primavera…

Así que nada, nada, aparte de haber dejado bien reivindicada a la gaseosa, no hay excusas, a experimentar se ha dicho. De acuerdo, muchas veces te saldrá una mezcla imposible. Pero tal vez en una ocasión, una entre cientos o miles, encuentres una combinación más o menos insospechada, seguramente nueva, pero sobre todo, en la que la suma es mayor que las partes. Tu mezcla perfecta.

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