cucharilla

Duelo de cucharillas

El otro día estaba tomando un vino (sí, un vino) en uno de mis bares de cabecera y conocí a un tipo. Hablamos un poco y no sé cómo supimos que compartíamos una afición: el gin tonic. Estuvimos un rato comentando diferentes combinaciones y haciéndonos los duros; que si no hay como lo clásico, que si yo la bebo sola, que si tanta floritura mata la esencia del gin tonic…

Se quedó pensativo un momento mientras se encendía un puro. Tenía el aspecto de saber de lo que hablaba, conocía muchas más ginebras que yo y seguro que las había probado de mucha manera y condición. –Aunque la verdad -dijo- realmente hay diferencia cuando un gin tonic se prepara en condiciones. Cuando el barman tiene los instrumentos adecuados y sabe cómo usarlos.

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Y se lanzó a una verdadera perorata sobre los accesorios básicos de coctelería para preparar un gin tonic. –De la coctelera no hay que abusar –continuó–. Sólo se utiliza cuando el cóctel lo requiere. Si no, es mejor tirar de cucharilla espiral. Se alegraba de que su uso para poner la tónica sin romper la burbuja ya no fuera una rareza, aunque a veces se abuse; algunas tónicas debían caer “golpeadas”.

No des al hombre un gin tonic, dale un vaso y una cucharilla

Era un apasionado defensor del colador, y se entusiasmó explicándome cuanto le gustaba encontrar su gin tonic (la Magellan con Schweppes y cardamomo y pimienta, por ejemplo) u otro cóctel (un Blushing Lady modificado) aromatizado pero limpio. En teoría un buen barman no debe necesitar medidor, pero cuando los ingredientes son muchos conviene aplicar cada uno en su medida justa.

Alabó los pequeños exprimidores manuales que tan poco se ven por ahí y recordó con nostalgia el estuche de uno de esos camareros de antes que trabajaba en un famoso hotel madrileño y que había pasado media vida tras las barras de media Europa y América, que tenía su tabla, su cuchillo, sus pinzas, su pelador, su rallador, su acanalador, su mortero, su tenedor picahielo, por supuesto su coctelera, preciosa al parecer…

Me dijo que él también había aprendido algunos trucos de ese y otros camareros. Yo, debo confesar, no soy un gran preparador de gin tonics, pero me acordé de que tenía en casa unos cuantos accesorios y en verdad me había picado la curiosidad. Quedamos en que algún día haríamos un duelo de cucharillas y me enseñaría algo de lo que sabía. Sólo espero que sea al alba, como corresponde.

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