La canela es una de las especias por antonomasia. A mí personalmente me recuerdan a María Dolores Pradera y al arroz con leche, así que no puede ser mala. Por qué no incorporarla a la ginebra, sea como botánico, sea como elemento aromatizante. De hecho, como veremos, muchos maestros lo han hecho con acierto, aprovechando al máximo su amplia y expresiva paleta aromática.
Las “ramitas” de canela de nuestros botes son en realidad la corteza interior del árbol de la canela (Cinnamomum verum o zeylanicum para los entendidos), un árbol bastante exquisito en cuanto a su crianza originario de Sri Lanka que llega a los quince metros de altura, aunque no los ejemplares de cultivo. La corteza se extrae frotando las ramas, luego se seca y se comercializa entera o en polvo.
La canela ha sido utilizada desde hace milenios para los más diversos usos, dentro y fuera de la cocina. Del embalsamamiento de faraones al adobo de las morcillas de Aranda, pasando por las cafeterías árabes y los consultorios médicos medievales, ha sido apreciada como producto de lujo por dos cosas: sus múltiples propiedades curativas y su polifacético sabor.
Es prima hermana de la corteza de casia (la canela de China)
Aunque a primera vista asociamos la canela al dulce, enseguida reconocemos que no es tan sencillo, por sus tonalidades terrosas y amargas que recuerdan tanto al chocolate como al café. Además tiene un punto picante final muy neutro como el clavo o la nuez moscada, que añade profundidad al conjunto, acentuándolo. Y puede sustituir a cualquiera de estas dos últimas en una combinación botánica de ginebra.
La canela aparece en las etiquetas de varias de las mejores ginebras del mercado. Martin Miller’s y London nº 1 la utilizan en todas sus versiones. Las francesas Citadelle y Magellan también la emplean con asiduidad (y G’Vine, y 1&9), así como Seagram’s Extra Dry, Blackwood’s (Vintage y 120 Proof), Broker’s y muchas otras. En todas forma parte del despliegue de aromas especiados.
Existen dos posibilidades a la hora de utilizar la canela en un gin tonic, y en polvo no es una de ellas. Podemos ponerla con ginebras dulces o amargas, según queramos resaltar su dulzor natural o no. Tiene mucha fuerza en la nariz, así que un aromático floral como el hibisco puede ser una buena compañía; como alternativa, el contrapunto cítrico adecuado pueden ponerlo unos frutos del bosque.