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Diccionario de botánicos: el ojo de dragón

Hoy presentamos (para mí al menos fue una presentación, porque nunca lo había visto antes) el ojo de dragón: un botánico de aquellos muy muy exóticos, tanto por lo escaso de su aplicación en la fabricación de ginebra (no digamos ya en la presentación de gin tonics) como por lo molón del nombre. Tal vez nunca lleguéis a veros las caras, pero nunca se sabe.

El ojo de dragón es el fruto del longan (Dimocarpus longan). Aunque se ve que se suele denominar de ambas formas tanto al árbol como a la fruta, el nombre procede de la forma del fruto, que sobre todo pelado recuerda a un ojo, ya que la semilla se transparenta. Recuerda más que nada al lichi, para que nos entendamos. El árbol, de la familia de las Sapindáceas, es tropical y perenne, alcanza unos siete metros de alto y prefiere suelos arenosos.

El ojo de dragón es originario del este de la India, pero es en China donde más se ha extendido y utilizado. En la cocina, el ojo de dragón suele consumirse fresco, en ensalada de frutas o sazonando platos de carne. Es delicado, por lo que se conserva sea enlatado en almíbar (así puedes verlo en establecimientos especializados) o seco, con el que se realizan sopas. También existe un vino de ojo de dragón.

Un primo misterioso del lichi, una falsa fruta muy delicada.

En la botica oriental, el fruto (bueno, no es un fruto, es una semilla con una cobertura carnosa, si nos ponemos tiquismiquis) es reputado para tratar afecciones de bazo y corazón. En Occidente también decimos que es antioxidante, antianémico, antiséptico y calmante. También ayuda contra el dolor de estómago. Ah, y es bueno para la memoria.

El ojo de dragón tiene mucha vitamina C, lo que nos da una pista sobre su sabor predominante, ácido o agridulce. Al fin y al cabo, no deja de ser un cítrico. Cuando está en su punto máximo de madurez, recuerda mucho al inconfundible aroma de la papaya. Al mismo tiempo, su aroma es mucho más leve que el del lichi.

Bulldog es la única ginebra, que yo sepa, que utiliza el ojo de dragón como botánico. Lo que no deja de ser una frivolidad, ya que un aroma tan leve en combinación con tantas otras especias, hierbas y cítricos prácticamente se desvanece. Sin embargo, habrá que dejar afirmaciones así de arriesgadas para los entendidos. Acompañando una ginebra seca y una tónica suave en un gin tonic, sin embargo, es un acierto seguro.

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